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Arepas. En Machetá, Colombia. |
Pensar en la gente linda Latinoamericana me causa emoción.
Me llena de lágrimas los ojos. En esa gente linda está presente la tierra y en sus miradas un paisaje que ver. Como mi mamá y mi papá, que tienen en la mirada la
belleza de la clase trabajador argentina. La humildad de ser de Buenos Aires, pero de provincia. Como esa señora que vende arepas a la vera de la ruta en Machetá,
Colombia. O la que carga su bolso repleto de alimentos para subir la montaña y atravesar la naciente del río en la garganta del diablo , Tilcara, pcia de
Jujuy, Argentina. Como esa señora de un
puesto de comida en Puerto Alegre, cuando pedía agua "quenchi" pero ella no
tenía, “pero si tuviera te regalaría encantada viajera” y me dio un abrazo sin
conocerme y un “fica con Deus”. Como
Indio, en Naufragados, que lo dejó todo por su rancho en la playa. Pero feliz
porque olvidó estar en problemas y sintió amistad en nosotros, los viajeros.Necesito
llorar. Por sentir. Pero esta vez de alegría, de agradecimiento.
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Mamita, Tilcara, Jujuy, Argentina 2007 |
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Indio, en su hogar ,la
Praia de Naufragados, Brasil. |
A quilómetros de
distancia, en la Patagonia Argentina, Mariángeles llora por lo mismo. Por emoción, porque estamos
viajando, cumpliendo nuestros sueños. Estamos felices, porque estamos
aprendiendo de sentir, ver, tocar, oler, escuchar, en esta escuela libre. Una escuela que me enseña a cada paso, que me conecta en cada ser
que conozco y hace de este viaje mi
universidad. ..En la que llevo mi espíritu con fe y afán de aprender a hacer una vida mejor . En la que tomo apuntes en mi
diario de viaje y aprendió teoría y práctica haciendo. Desarticulando, observando las miradas latinoamericanas.
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Hombre juntando leña, en Tota, Boyacá, Colombia |
Llevo casi dos meses
en Colombia. Ahora trabajando en un jardín urbano donde me
aloja Peter, en una casa de los años sesenta, donde también es un hotel pero de
categoría consciente, hecho un 80% de materiales reciclados. Soy voluntaria. Me
encargo de trabajar el jardín y aprender sobre métodos alternativos de
recolección de agua lluvias para riego. Llevo
más de seis meses de viaje desde que salí de Baires. Pasando por Uruguay y Brasil. Y cada día es una
experiencia distinta. Siento un cambio interior muy grande . Vuelvo a la
Patagonia y a los ríos de Córdoba, vuelvo a las calles de Porto
Alegre, a la playa en Rocha , al cerro de los siete colores en Purmamarca, al
viento en Valparaíso y al fin de la ruta 3 en Ushuaia, y me veo. Viajando, con la mochila, solas las dos haciendo dedo. Y me veo en esos paisajes y miradas, siendo mujer. Con todo lo que implica ser mujer en un
camino mochileando. Porque siempre alguien te va a proyectar en un momento caótico, violento.
Sin embargo me animo. Porque Frida Kahlo era valiente cuando se animaba a retratarse desde lo bello
y lo sublime, pero también desde el miedo, desde el dolor. Cuando hablo con mi diario de viaje me siento
como ella, retratándome en una hoja pero
con palabras. Porque mi mamá fue valiente al parirme, casi diez años después de “cerrar la fábrica”
cuando pensaba que no iba a tener más
hijos.
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Niña asando Mazorca, en Nobsa
Boyacá, Colombia. |
Lloro. Porque mi mamá hace el camino de los mandados y pasa por el mismo lugar cada día, donde tengo un recuerdo de mi infancia clavado
en la memoria. Donde atravesábamos la vía muerta de un tren y cada vez que la recuerdo , vuelve a mí la sensación de preguntarme qué
había más allá. Y ahora sé que hay más allá. Acá. Viajando.
Viajo y me animo a viajar sola los caminos que sean
necesarios viajar sola. Los caminos acompañada. Entonces me siento humana. Me siento mujer. Viajera.
Amante. Me siento viento. Me siento camino y me siento una totalidad. Me siento
ese árbol que me abraza con sus ramas. Porque soy árbol también. Me siento esa
señora que me da la mano y me dice “cuídese mi hijita”. Porque soy esa señora
también. La paloma que se acerca, me mira desconfiada pero de a poco toma
confianza y se amansa para comer la miga de pan que hay en la vereda donde me
siento… En el barrio de la
Candelaria. Me siento la mirada de los alumnos
del profesor Nieto , en la pedagógica, que me escuchan. Se acercan para darme
un abrazo y energía positiva . Me veo en ellos. En mis amigas. En mis sobrinos viviendo la vida. En mis hermanas que
defienden lo que luchan. Pero sobre todo
me veo y me siento en la tierra. Vuelvo
a llorar de emoción, a sentirme viva . A fortalecerme en este llanto para tomar
fuerza, levantar la mochila que el camino es largo. A tomar fuerza-mujer, que
la vida es bella. A agarrar la mochila
para seguir viaje.
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Hombre en sus transportes. Sogamoso, Colombia. |
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Señora cociendo envueltos, Sogamoso, Colombia. |
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Niña. Sogamoso, Colombia. |
Me encantó lo que has escrito, por un momento pude imaginarme cada lugar con los detalles que has mencionado. Espero volver a ver otro escrito similar y con algo que decir de otros paises. Saludos y un abrazo desde Chile. <3
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