jueves, 18 de diciembre de 2014

Viajar, compartir conocimientos.

Visita por la escuela de Guascaque 


     Según cuentan los rolos , Muiscas significa muchos, también moscas.  Así nombrados por los invasores.  Daniel –tallerista- me cuenta que antiguamente la ciudad de Bogotá era una sabana por la que atravesaban  mediante sus ríos los indios Muiscas, con el fin de  transportar  sus  ofrendas realizadas en oro, para llegar a la laguna de Guatavita  y a varias lagunas del territorio con casi 3000msn. Allí se reunían a realizar un ritual de cacicazgo para aquellos hombres que habían ayunado durante un largo período sin ver la luz del sol y purificando sus males con la luz de la luna, un ritual de entrega en la que hasta se espolvoreaban de oro, llenaban de ofrendas en oro y ritualizaban con música para recibir un trono. La  entrega se hacía en agradecimiento a los dioses creadores de la humanidad; a Chía (luna) y Bachué  (diosa de la Vida)    De aquí deriva  el famoso mito de El Dorado que encegueció  a españoles y alemanes, una laguna llena de oro y esmeraldas que los Muiscas arrojaban a sus dioses.  Tenían hasta balsas cargadas de oro. Antes de llegar a la laguna existía un lugar de descanso. Cansados de caminar kilómetros cargando barcas repletas de ofrendas,  los Muiscas tenían un paraje que denominaban  Guascaque. Que significa “Un buen paso” o “la fuerza de la montaña”. Es en honor al significado de Guascaque es  que hace cinco años atrás, en el barrio San Luis, vía La Calera (Bogotá)  los chicos fundaron una escuelita  de circo, con el fin de promover la cultura circense en el barrio. El tiempo pasó y la escuelita se fue ampliando, hoy cuenta con un taller de música, video, fotografía, teatro, gestión  e investigación.  Los miembros fijos son 14, la mayoría de ellos alumnos de la Universidad Pedagógica, allí donde los  conocí acompañando musicalmente la clase del profesor  Alejandro Nieto Sotomayor.
Universidad Pedagógica Nacional
 
   En la escuelita el fin es  llegar a la comunidad,  gestar un espacio de coparticipación y aprendizaje libre fuera de las universidades que en la mayoría de ellas hay  que pagar.  Los talleres de Guascaque  son gratuitos y buscan promover el conocimiento.  Para Daniel es necesario romper con las estructuras del sistema educativo, partiendo desde la base. Por eso él estudia, con el fin de gestar algo distinto e investiga para enriquecer  sus conocimientos sobre el territorio. El lugar está organizado y el espacio es justo para los talleres. Cuenta con un living amplio donde hay sillones y una cartelera de información.     En un pasillo largo, exponen afiches que indican cómo prevenirse de la ley de drogas, qué información hay que tener en cuenta para no caer preso y también métodos de reducción de daños. También veo  un afiche que proclama por la baja de la ley que obliga a los jóvenes a ir al ejército.  En el pasillo hay varias puertas, una conduce a una sala de grabación de música, otra a un cuarto oscuro donde se dicta el taller de fotografía, otra puerta a un cuarto donde se da el taller de música. Baño y Cocina.El día que los visité, justo estaban haciendo un trabajo comunitario; proteger las acequias con coloridos carteles y barreras también coloridas, con las que promueven un mensaje ecologista, “cuidemos nuestros ríos, no arrojemos basura” y en ello invitan a la comunidad a adoptar una actitud de saneamiento de las acequias.  Esta actividad como muchas otras las hacen colectivamente. Las decisiones de qué realizar y cómo,  es tomada en forma horizontal  en asambleas que hacen dos veces por semana.Por ahora todo marcha bien, la comunidad los recibió bien y algunos de los chicos que viven en el barrio ya encontraron un lugar donde realizar el sueño de cambio social que buscan en su tierra.     Daniel me invitó a realizar un encuentro de “música y meditación”  a través del sonido del Hanga. El momento estuvo cargado de energía positiva, fue muy bueno y cumplí un objetivo; lograr que viajen…Brindarles un momento de meditación colectiva a través de la música, fue una experiencia sublime.  Catorce jóvenes, chicos y chicas de la escuelita, sentados en ronda. Transportándose a otras dimensiones del ser;  cuando terminamos la sesión cada uno contó su viaje.  Desde el color que se sentían,  hasta la experiencia visual que habían tenido…Franco (12)  se sintió Mar. Paula encontró temores y sintió liberarse de ellos. David recorrió lugares, uno jovencita regresó a lugares de su infancia que no visitaba hacía mucho tiempo. A Peter la música lo transportó a un mundo de sueño, donde relajó su cuerpo y vibró con las combinaciones musicales del Hanga.  Las experiencias que vivieron cada uno fueron relatadas con entusiasmo. Y como siempre, no faltó la jocosidad de muchos momentos.
Terminamos sonriendo. Escuelita de Guascaque
    Gracias escuelita de Guascaque, por demostrarme que la educación libre es un hecho. Que todos somos maestros de todos.  Por haberme permitido un espacio de liberación. 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Ecoaldea Monte Samai

-“Esta es mi tierra bonita, que embriaga mis sueños con todos sus paisajes”. Dice una salsa que suena en la buseta. Me resulta imposible ponerme a leer. No puedo evadir el contexto, dejar de mirar por la ventana la jungla de cemento.  “Tinto, aromática, perico, bocadillo, minutos…”; son las ofertas del negocio callejero, principalmente de carros alojados al costado de la ruta en la periferia de la ciudad.

Camino a Cachipai, Cundinamarca Colombia.

SER PARTE DEL CAMBIO CONSCIENTE GLOBAL

    Alejados del cemento, bajo un clima subtropical, en una región de altiplano húmedo , de valles colinas y montañas cubiertas de una espesa vegetación de diversos tonos de verdes entre enredaderas,  árboles y miles de especies de plantas que florecen. Se encuentra la Eco Aldea Monte Samai. Donde me esperaron Jenni y Hafid, quienes me habían invitado el día  que nos conocimos en una feria en Bogotá.  Allí sus habitantes viven en comunidad, hicieron sus casas, comparten un gran predio, se bañan en un río, cultivan sus alimentos, se despiertan al alba y acuestan a la luz de una vela cuando baja el sol.

Monte Samai
    Llegué finalmente por una suerte de magia, porque tome otro camino…pero como creo en las constelaciones ruteras, así tenía que ser. A causa de un tremendo aguacero me refugie bajo el techo de una agencia de taxis –un lugar con un solo hombre atendiendo, una barra casi vacía y con algunas cervezas y trozos de  chorizos..- servicios de taxi y de cantina. Acá en Colombia uno puede encontrar varios rubros en un solo lugar. Como en provincia de Buenos Aires… Allí había un hombre parado que me ofreció cuidarme la mochila mientras iba por unas bolsas de nailon para cubrirla. Asi que cuando regrese, era de esperar, me preguntó de dónde era  y que hacía allí. Causalmente él,  taxista,  conocía a Hafid y la “aldea de los ecologistas”. Entonces me indicó otro camino por donde llegar…

   Samai en quichua significa "el aliento de vida". Sin dudas acorde al  entorno; desde la manera en que cultivan la tierra, concepción del ser y hasta como se organizan para educar a los niños. En la aldea aprendí otra forma de hacer huerta; la Huerta Sinérgica. Se trata de una forma de cultivo donde se aplica la ley de la “sinergía” propia de la naturaleza. Sinergía proviene del verbo “synergo” que significa “trabajo en conjunto”. Aplicado al cultivo significa que todos los vegetales que integran la huerta están interrelacionados libremente, como así sucede en un sistema silvestre y son interdependientes para hallar equilibrio. Se trata de un modelo de producción vegetal basado en la Agricultura Natural sin laboreo.*  A diferencia de la agricultura actual, que hace monocultivo y “separa y diferencia cada órgano que compone el sistema de cultivo generando la necesidad de abonos y pesticidas”. (Explica Seija, uno de los integrantes de la aldea).  También se trabaja un sistema agroforestal que se llama “sistema multiestrato”. Esta forma de cultivo se aplica a las plantas frutales. Por ejemplo plantamos un árbol y lo acompañamos de otras tres siembras. Una mata floral – para atraer insectos polinizadores- otra forrajera- para cubrir el suelo y retener humedad- y otra aromática para atraer  a ella ciertas plagas y espantar otras.  En el caso del tomate de árbol por ejemplo, (en el medio) y hacia los costados un romero, una floral y un maní forrajero. Ahora solo hay que esperar que los árboles crezcan.
Sistema multiestrato
     Pero el mejor aporte para ayudar a la tierra es el “mulching” (acolchado). Se trata de una capa de pasto seco, (paja) con el que se cubre el suelo unos cinco cm, o diez si es posible más. Esto concentra calor y retención de humedad, lo que genera las condiciones ideales para la multiplicación de microorganismos como las micorrizas. En la aldea usan paja, ya que en la zona los colonizadores se encargaron de cultivar  un pasto para el  ganado,  traído desde áfrica. Antiguamente el ganado no existía en la zona mucho menos un tipo de pasto que crece más de 50 cm. Hoy ese pasto presenta un problema para los campesinos. Especialmente para quienes hacen monocultivos, ya que emplean agrotóxicos como Glifosato para evitar su crecimiento. Luego aplican fertilizantes químicos, debido a que el suelo queda infértil. Y esto como en todo el continente, se suma a lo que comemos en nuestros hogares. En Monte Samai procuran quitar el pasto a mano para las zonas de cultivos, que inevitablemente crece y toca volver a sacarlo. Por eso es que con la parte que cortan hacen el mulching; que evita erosión y compactación. Y de ninguna manera usan fertilizantes ni pesticidas inorgánicos. Se trata de comer natural en todo su ciclo, cuando cocinábamos apenas pasaban minutos de cortar los alimentos de la huerta, hasta la panza…Desde mi experiencia personal, comí orgánico más de una semana y me llene de vitalidad y energía. Mi piel cambió su aspecto amarillento (producto de la ciudad) ,me oxigené . El exceso de monóxido de carbono nos quita vida en las zonas urbanas.

Constucción natural

   Otro aspecto tan importante como la huerta, es la construcción. Meli vive con sus dos hijos, Manu y Mauli, con quienes está haciendo su casa en la aldea. Para levantar el techo, realizado con guaduas, los Samaiquinos trabajaron en conjunto y armaron la estructura. Luego siguieron, tanto como Meli, levantando las paredes de adobe. Una mezcla con arena, arcilla y paja del lugar. Decorado con madera de los árboles que caen en el monte. Ella levanta 20cm diarios de pared, que es lo que permite el sistema bahareque.  Así fue que aprendí también algo más sobre permacultura. Ya que las condiciones de la mezcla no se da de la misma siempre, va variando según la región y el clima, las condiciones del suelo del lugar.

     En Monte Samai, se establecieron cuatro familias, que ya empezaron a vivir de manera distinta. Ellos junto a otras cientos de familias en todo el mundo, forman parte del cambio consciente global. En muchas regiones del mundo, están brotando las nuevas semillas que están gestando un cambio silencioso hacia una nueva forma de vida planetaria pensada en auto sustentabilidad y cuidado del ambiente. Alejados de la ciudad, con casas construidas por materiales proporcionados por el medio donde habitan (como adobe, guadua, madera, piedra y en muchos casos materiales para reutilizar; botellas, vidrios, plásticos). Con la ayuda de un panel solar para encender una lámpara, decidieron salirse un poco de la vida rutinaria y estresante.
   El trabajo más importante que lleva a cabo la aldea, radicaen cómo trabajan para  resignificar la educación en los niños que allí viven. Estas familias, muchos de ellos profesionales universitarios decidieron que sus hijos no asistan a la escuela y  ser hacedores de un modelo educativo libre, basado en el aprendizaje colectivo, "ser, hacer e interactuar". Claudia me cuenta que otras familias del pueblo también forman parte de la idea. Asi es que son más de diez niños cuando se juntan. Para ello la comunidad se basa en principios; co-creación, conciencia; biofilia, sinergía y gestación. Según ella la educación formal homogeniza, está planeada para  la industrialización “el niño se vuelve un producto” dice. Y es cierto, acá en Colombia he observado que la educación más allá de ser planificada para generar “individuos” de consumo, es un gran negociado al que acceden pocos. Las universidades son carísimas; y los estudiantes son clientes.
    Por suerte en la aldea el  principio de sus habitantes es elegir una vida sencilla, donde existir con lo básico y necesario. Utilizando sus profesiones para hacer changas que permitan más tiempo para crear y hacer en el lugar antes que afuera.En Argentina, precisamente en Córdoba tuve la oportunidad de aprender sobre permacultura y ecología, desarrollo autosustentable, cultivo, cuidado de la tierra. Con Monte Samai y otras Eco aldeas que visite, aprendí que existe una forma de  vivir distinta a la que acostumbramos en la vida urbana y grandes ciudades. Es posible vivir sin estar atado a pagar cuentas. La gente cansada de una vida de consumo y que quiere ampliar su horizonte de expectativas hacia una vida mejor, fuera de los lujos, no busca la comodidad ni vivir adinerada por bienes materiales. Sino el bienestar de su cuerpo, su mente y alma.  Recuperar conocimientos. Aquí aprendí que se puede estar en contacto con la tierra, aprender de  uno mismo, de otros en comunidad. Sin alejarse de las individualidades, pero trabajando en una cohesión colectiva.
     Viajar alimenta el espíritu. El conocimiento. Sorprende y abre puertas a otras vidas. Hoy en Colombia, descubro que el mundo de paz que queremos  como un sueño,  ya es un hecho posible. Sin recurrir a la  violencia, sin atropellos. El sueño de Jhonn Lennon en la canción imagine, existe. Esto marca un precedente. ¿Volveremos los humanos a vivir felices en aldeas, así como los hobbits?

Vista desde el ferrocarril de la montaña

Aqui, la ducha..

Atardecer

Arboles del camino
Baño Seco

Panel solar y huertas

Repollo en su huerta

Verduras Frescas





lunes, 13 de octubre de 2014

LUZ VERDE PARA BOGOTÁ

Como ya les conté, sigo morando en Bogotá y participando de varias cosillas. Una de ellas fue la feria del equinoccio, donde toqué mi instrumento reciclado (Hanga) y otra, la Marcha por el Clima. 

      Contemplando el cambio de estaciones, aunque acá se den varios climas en un mismo día…El pasado 20 de Septiembre, en Casa Rústica Bogotá se llevó a cabo la Feria del Equinoccio,(de otoño),un encuentro donde participaron productores y distribuidores locales de alimentos naturales. La apertura se realizó a las 10 hs con diversos stand de comida como granola, Ghi, bebidas ancestrales, tortas  realizadas con tinturas vegetales. También Sushi vegetariano, milanesas de quínoa , entre otras cosas y accesorios realizados con material reutilizado. La feria contó además con un stand donde se recibía literatura para una biblioteca ubicada en la selva. Y se repartía la revista, "Innovación Social", de interés socio-ambiental en Colombia. 
Lo más destacado del día fueron las charlas que se dieron en el espacio. La primera a cargo del profesor Alejandro Nieto, de la Universidad Pedagógica Nacional, que brindó una charla introducción a una forma de alimentación y vida a través del amor y conciencia sobre cómo nos alimentamos.
     Un tanto difícil de trasmitir en palabras un momento de exploración del ser, acompañando con música de Hanga (hang drum reciclado, de quien les escribe) y orientado desde la Eco-Pedagogía,  hizo interactuar a los participantes,  en una charla  reflexiva sobre el rol de la humanidad en la actualidad visto desde el paradigma de la nueva era y la pedagogía de Paulo Freire. 


     Por otro lado  el ingeniero Alberto Lobo Guerrero, Geólogo (Universidad Nacional Colombia)  brindó una charla  y reproducción de diapositivas, sobre aprovechamiento de aguas lluvias y diversos métodos de recolección de aguas para evitar el uso de agua corriente. Orientada a quienes desean abordar prácticas comúnmente conocidas, pero casi olvidadas en las ciudades, sobre métodos de recolección, almacenamiento y distribución de las aguas que se encuentran tanto debajo de la tierra, como las producida por el agua de lluvia.    
  
  En el taller se comprendió lo fácil de realizar y económicos que son los métodos. En pasos sencillos y fotografías ilustrativas, todo el público del taller tomó apunte.

Marcha por el Clima.

    Entonces el ía propiamente dicho del “”Equinoccio” marché junto a los Rolos, acompañando una protesta contra un modelo de “sistema” basado en la  explotación a la tierra.  La marcha por el Clima. Que se dio simultáneamente en muchos países.  El motivo de la marcha, fue un pedido de conciencia  y acción a los gobernantes sobre la crisis climática. Se pedía una economía acorde a la vida del planeta, aire puro, agua limpia, comunidades sanas, entre otras cosas.  Con consignas en carteles con forma de corazón, la gente pedía protección de los recursos naturales, el cese de explotación minera y promulgaban métodos  de ahorro de energía y agua. 


    Algo que me llamó la atención fue cómo detrás de carteles, tan exactamente iguales, algunas personas escribían otras consignas.  Como una señora con un cartel que decía “Contra la extracción de petróleo”.
    Cosas bonitas fueron desfiles, la banda de instrumentos reciclados “Latin Latas” , muchas personas, incluidos nosotros como Casa Rústica Bogotá, que regalamos árboles en vasos de tergopol (reutilizados). Una orquesta de niños, parte del movimiento LGTB con coloridos disfraces. Un cartel bonito, con un llamado a tomar conciencia sobre la alimentación fue  uno que versaba “Si hoy no como carne, ahorro 600 lt de agua”.  Rodeando una bandera de Colombia de casi 100 mts, la gente marchó unida y en paz. 


Marca por el Clima en pleno centro histórico de
Bogotá.


Latin Latas, banda musical que utiliza instrumentos
fabricados con material reciclado.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Taller de cultivo para niños

        Estoy en Bogotá,  alojada en el hotel  “Casa rústica Bogotá” donde realizo un lindo trabajo de jardinería a modo de trueque por hospedaje en el lugar.  El espacio está a cargo de Peter Preminger, un interesante personaje del barrio Quinta Camacho (zona financiera de Bogotá) quien dedica parte de su  tiempo  al reciclaje y reutilización de objetos, diría como forma de vida. Y en la acción se basan las ideas. .
Peter y los invitados.
www.casarusticabogota.com
Parte de mi trabajo aquí fue recuperar plantas, reorganizar el jardín y  armar un huerto orgánico , tanto vertical como  en canteros. Utilizando  método de riego por recolección de agua de lluvia que aquí mismo voy aprendiendo.  También me puse a recolectar esquejes por la ciudad para armar nuevas macetas (realizadas con botellas de plástico, macetas reutilizables, baldes , retretes que ahora son macetas) todas ellas recolectadas por la labor de reciclaje del señor Peter. Trabajo que publicaré en una nueva entrada.
   Pero, lo que aquí me corresponde es contarles un poquito sobre el taller de cultivo autosustentable que llevamos a cabo en el contexto de la FAD (feria alternativa de diseño) que se realiza el último domingo de cada mes y cuenta con la participación de artistas plásticos del Art Recó de Bogotá.

    Casa Rustica invitó a los niños de la escuela Porfirio Barba Jacob a participar y conocer de  su “museo de oportunidades” , a dar una charla sobre reciclaje y reutilización mostrando las instalaciones del hotel y  como parte de la actividad que aquí se realiza, a participar del armado de compostaje  urbano (donde se interviene un espacio público –la vereda- y se realizan un pozo de compost) . La parte que a mí me toco junto a Peter fue explicar el proceso teórico de un compostero urbano para los niños y dar un taller de cultivo que yo llamo autosustentable.
Diseñé la metodología de este taller  orientadome desde el  concepto de ECOPEDAGOGIA (desde la epistemología de Paulo Freire). Cuando emprendí este viaje, además de hacer música, emplacé  mi mochila al conocimiento y cultivo de la tierra. En Uruguay estuve dando talleres de cultivo de cannabis para adultos  y en Buenos Aires talleres individuales de cultivo autosustentable a todo público. Pero nunca me había tocado trabajar con niños tan pequeños, una experiencia enriquecedora.  Estoy muy contenta porque recibimos a los niños del colegio Porfirio Barba Jacob, quien debe su nombre al ilustre poeta colombiano y en cuya obra se encuentra un reconocido poema titulado “Parábola del retorno” en el cual describe  con mucha riqueza literaria el avance de la civilización de cemento y la industria,  sobre la ciudad de Bogotá. Quien además también fue un gran viajero de la América Latina.
  ¿Por qué  dar un taller de cultivo AUTOSUSTENTABLE?
     Porque aprendiendo a  compostar, armar un sustrato, germinadores, abonos y pesticidas orgánicos  y utilizando embases  de materiales “descartables”, podemos generar la continuidad de un método de cultivo donde el dinero interviene en menos del cinco por ciento del proceso. Y además hacer un ciclo circular donde el cultivo puede autogenerarse. Si accedemos a semillas orgánicas por intercambio y recolección, lo mismo con las plantas ornamentales,  generamos el menor grado de intervención del dinero, generamos recursos propios y podemos darle continuidad en el tiempo a cualquier proyecto de cultivo.
Paso a describir de que se trató el taller, ya que seguro los papás de los niños van a visitar este blog, con fines educativos. Demás agradecida estoy con todos ellos y el señor Peter que me dio la posibilidad de dar el taller.

1-      Vimos como se realiza un compostero urbano en un cantero de vereda. Cómo es el proceso de recolección de materia orgánica para su descomposición. Cómo y en qué tiempo (de cuatro a seis meses) podemos pasar el compost  al segundo sector (compost secundario).  Qué precauciones teníamos que tomar (remover la tierra por los gases, tapar por los olores que desprenden los mismos, fumigar con pesticida orgánico para evitar la presencia de moscas en una zona pública) y además se pudieron ver las bases de un futuro banco de madera para que los vecinos se sienten,  vislumbrando un espacio cuya funcionalidad es doble. Una labor ecológica y otra social. 
    En el mismo espacio los chicos apreciaron los tachos de basura cuya funcionalidad (además de ser objetos recó intervenidos por artistas de la zona) es cumplir con su propio fin, realizados con bocas angostas que evitan que se coloquen bolsas de residuos enteras y así “generar una cultura que comprenda donde vota la basura”;  Señaló  Peter.
2-       Luego de comprender el proceso de descomposición de materia orgánica pasamos al taller de cultivo autosustentable. Los materiales presentes fueron un balde, vasos de igopor  y plástico reciclados, purín de ortiga y ortiga seca, jugo de brotes y brotes, pesticida orgánico a base de ají, ajo y tabaco orgánico,  cajas de huevos para hacer germinadores , semillas, turba de arroz , fibra de coco y compost, una mata en mal estado (con la que ejemplificamos cómo se hacer para recuperarla)   y objetos para manipular tierra. (palustre, etc)
3-      Explique a los niños el concepto de autosustentabilidad, luego de participar del compostaje , comprendían de dónde sacábamos la tierra que usaríamos para el Sustrato.  Expliqué  de qué se trata el sustrato.  No sin antes preguntar a ellos sobre lo que estábamos tocando. La idea fue que ellos mismos manipulen  e interactúen alrededor de lo que aprendían, que saquen sus conclusiones de lo que veían con conocimientos previos que traían de sus hogares y escuela y sumen conocimientos nuevos, resultando en que sacaron sus  propias conclusiones.  Pudieron interactuar tocando, preguntando  y respondiendo  ellos mismos,  mi intervención en el taller fue la justa para explicar el proceso sencillo de obtención de materiales de jardinería en pocos pasos, en forma sencilla, explicando los porcentajes para diluir, armar sustrato y hacer tés orgánicos a modo de “ proporción visual” en tamaños. Explicando que  productos orgánicos teníamos, les mostraba  un objeto reciclado, como una botella, bolsas y vasos para que utilicen en el método.
     Me emocioné cuando al final del taller todos querían semillas. Desde un motivo personal y por ellos subjetivo expliqué a los niños lo que sucede actualmente con las semillas transgénicas, con la idea de generar conciencia, donde ellos actuaran como sujetos activos,  fueron “los guardianes de las semillas”. Y así se sintieron. Cada carita me lo decía. Oriente el taller a pensar el cultivo desde la naturaleza humana en equidad con las plantas. Explicando el proceso de nacimiento de una semilla, casi con las mismas cualidades de necesidades humanas para crecer. Alimento, agua.  Es simple explicar a los niños y a su vez complejo. Es fácil porque ellos son muy inteligentes, todavía no están apagados. Lo difícil es bajar a un lenguaje no tan técnico sobre los métodos. Lo cierto es que ellos pudieron incorporar palabras nuevas ; Compostaje, reciclado, reutilización, germinador, transgénicos, tés orgánicos, sustrato, abonos, pesticidas, plagas, entre otras.  Y mediante juegos comprendieron la responsabilidad de la labor de cultivo y lo fácil que es autogenerar una dinámica de cultivo en sus casas, junto a su familia con la que compartieron el taller.
Este domingo 5 de Octubre, un nuevo contingente de alumnos y vecinos  nos esperan para otro nuevo paseo por Casa Rústica y taller de cultivo autosustentable.


viernes, 26 de septiembre de 2014

SER MUJER MOCHILEANDO


Arepas. En Machetá, Colombia.
     Pensar en la gente linda  Latinoamericana me causa emoción. Me llena de lágrimas los ojos. En esa gente linda está presente la tierra y en sus miradas un paisaje que ver. Como  mi mamá y mi papá, que tienen en la mirada la belleza de la clase trabajador argentina. La humildad de ser de Buenos Aires, pero de provincia.  Como esa señora que  vende arepas a la vera de la ruta en Machetá, Colombia. O la que carga su bolso repleto de alimentos para subir la montaña y  atravesar la naciente del río en la garganta del diablo , Tilcara, pcia de Jujuy, Argentina. Como esa señora de un puesto de comida en Puerto Alegre, cuando pedía agua "quenchi"  pero ella no tenía, “pero si tuviera te regalaría encantada viajera” y me dio un abrazo sin conocerme y un “fica con Deus”.  Como Indio, en Naufragados, que lo dejó todo por su rancho en la playa. Pero feliz porque olvidó estar en problemas y sintió amistad en nosotros, los viajeros.Necesito llorar. Por sentir. Pero  esta vez de  alegría, de agradecimiento.
Mamita, Tilcara, Jujuy, Argentina 2007

Indio, en su hogar ,la
 Praia de Naufragados, Brasil. 

A quilómetros de distancia,  en la Patagonia Argentina,  Mariángeles llora por lo mismo. Por emoción, porque estamos viajando, cumpliendo nuestros sueños. Estamos felices, porque estamos aprendiendo de sentir, ver, tocar, oler, escuchar, en esta escuela libre. Una escuela que me enseña a cada paso, que me conecta en cada ser que conozco  y hace de este viaje mi universidad. ..En la que llevo mi espíritu con fe  y afán de aprender a hacer  una vida mejor . En la que tomo apuntes en mi diario de viaje y aprendió teoría y práctica haciendo. Desarticulando,  observando las miradas latinoamericanas.
Hombre juntando leña, en Tota, Boyacá, Colombia
     Llevo casi  dos meses en  Colombia.  Ahora trabajando en un jardín urbano donde me aloja Peter, en una casa de los años sesenta, donde también es un hotel pero de categoría consciente, hecho un 80% de materiales reciclados. Soy voluntaria. Me encargo de trabajar el jardín y aprender sobre métodos alternativos de recolección de agua lluvias para riego.  Llevo más de seis meses de viaje desde que salí de Baires. Pasando por Uruguay y Brasil. Y cada día es una experiencia distinta. Siento un cambio interior muy grande . Vuelvo a la Patagonia  y a los  ríos de Córdoba, vuelvo a las calles de Porto Alegre, a la playa en Rocha , al cerro de los siete colores en Purmamarca, al viento en Valparaíso y al fin de la ruta 3 en Ushuaia, y me veo. Viajando,  con la mochila, solas las dos haciendo dedo.  Y me veo en esos paisajes y miradas, siendo  mujer. Con todo lo que implica ser mujer en un camino mochileando. Porque siempre alguien te va  a proyectar en un momento caótico, violento. Sin embargo me animo. Porque Frida Kahlo era valiente  cuando se animaba a retratarse desde lo bello y lo sublime, pero también desde el miedo, desde el dolor. Cuando hablo con mi diario de viaje me siento como ella,  retratándome en una hoja pero con palabras. Porque mi mamá fue valiente al parirme,  casi diez años después de “cerrar la fábrica”  cuando pensaba que no iba a tener más hijos.
Niña asando Mazorca, en Nobsa
Boyacá, Colombia.
       Lloro. Porque mi mamá hace el camino de los mandados  y pasa por el mismo lugar cada día,  donde tengo un recuerdo de mi infancia clavado en la memoria. Donde atravesábamos la vía muerta de un tren  y cada vez que la recuerdo ,  vuelve a mí la sensación de preguntarme qué había más allá. Y ahora sé que hay más allá. Acá. Viajando.
   Viajo  y me animo a viajar sola los caminos que sean necesarios viajar sola. Los caminos acompañada. Entonces me siento humana. Me siento mujer. Viajera. Amante. Me siento viento. Me siento camino y me siento una totalidad. Me siento ese árbol que me abraza con sus ramas. Porque soy árbol también. Me siento esa señora que me da la mano y me dice “cuídese mi hijita”. Porque soy esa señora también. La paloma que se acerca, me mira desconfiada pero de a poco toma confianza y se amansa para comer la miga de pan que hay en la vereda donde me siento… En  el barrio de la Candelaria.  Me siento la mirada de los alumnos del profesor Nieto , en la pedagógica, que me escuchan. Se acercan para darme un abrazo y energía positiva . Me veo en  ellos. En mis amigas. En mis sobrinos  viviendo la vida. En mis hermanas que defienden lo que luchan.  Pero sobre todo me veo y me siento en  la tierra. Vuelvo a llorar de emoción, a sentirme viva . A fortalecerme en este llanto para tomar fuerza, levantar la mochila que el camino es largo. A tomar fuerza-mujer, que la vida es bella.  A agarrar la mochila para seguir viaje. 
Hombre en sus transportes. Sogamoso, Colombia.

Señora cociendo envueltos, Sogamoso, Colombia.

Niña. Sogamoso, Colombia.