Aunque camine muchas
veces por las misma calles , el paisaje nunca es el mismo. Como cada día que es
distinto, viajando descubro en cada rincón algo nuevo para ver , cosas diferente a diario. Curiosidades que me llaman la atención.
Fue al anochecer, caminaba por el
casco viejo en Panamá para
salir a tocar el Hanga, la manera en que
financio este viaje haciendo algo que me gusta. Caminando percibí que en la Plaza de la Catedral había una
reunión de personas sentadas en círculo en el gazebo, entonces me acerqué a ellos. Lo cierto es
que eran vecinos que estaban allí reunidos por un motivo particular; los iban a desalojar de sus casas. Alguien compraría sus edificios para construir en su lugar quien sabe que hotel
o negocio para el turismo, la intendencia ya les tenía preparado un lugar
separado del barrio donde se criaron sus varias generaciones. Cuando
los escuché se me hizo un nudo en la garganta, comprendo que hay personas que
quieren permanecer en un lugar, después de todo viajar no sería lo mismo sin
ellos.
-¿Cómo veríamos las
costumbres los peregrinos si no fuera
por los que permanecen en un lugar? ¿Quiénes harían la historia de un lugar?
Casco Antiguo, Panama City |
Cuando terminé de
tocar para ellos, fui a tocar para las
personas que estaban cenando en las
mesas de la plaza . La plaza es completamente cemento y tiene unos sectores
donde hay plantas cercados por medianeras de reja. Me senté e hice mi presentación como
siempre. Cuando detrás de mí, aparece un
hombre joven entre los pastos de la plazoleta, parecía buscar algo. Me sorprendió su presencia entre las plantas.
Entonces salí de esa plaza para ir la otra y
retomando el toque, otra vez el hombre entre los pastizales aparecía detrás de
mí y nuevamente misterioso. Soy curiosa,
entonces cuando terminé le pregunté en broma;
-¿Me está siguiendo?
–Estoy buscando los huevos dorados. Contestó.
Honestamente me dio mucha risa pero mayor curiosidad; ¿Qué
huevos son y para qué? Le pregunté.
-“Son una promoción de una empresa que a las cinco de la
tarde anunciaron que escondieron huevos en las plazas del casco histórico con
premios de hasta cien dólares…y días gratis en una isla, un hotel cinco estrellas…”
Mire a mi alrededor y ampliando la visión observé cantidad
de buscadores de huevos. Hombres, mujeres y niños, todos jugaban a buscar. Caso
curioso para los amantes de teorías conspirativas.
-“Buscamos los huevos y aprovechamos a hacer deporte
caminando” Dice un buscador que se acercó a hablar cuando ya el tema de los
huevos era eje central de una conversación entre viajeros músicos que
trabajábamos en el lugar.
Mientras unos
desesperados buscadores de huevos espantaban a los gatos, manipulaban las plantas, las estatuillas ,
subían a los árboles y pisaban todo el césped de las plazas , tal adulto
jugando un juego de niños, una
convención de neurólogos se llevaba a cabo en uno de los restaurantes más
lujosos del viejo casco.
-“No saludan a nadie” Decían los músicos.
Qué extraña
convención - ¿neurólogos que no
saludan?. Está bien, cada quien se le dé la gana saludar o no, pero…en una
mesa con una veintena de personas, todos
científicos y que ninguno sepa decir, HOLA. Por cordialidad…¿Es raro no? ¿Serán maleducados quienes después se ocupan
del funcionamiento de las neuronas en un hospital? ¿O será que las neuronas no
les funcionaban? Cosas raras tiene el camino…
Los días pasaron.
Los neurólogos, aunque rodeados de gente, nunca supieron del caso de los
buscadores de huevos, ni los buscadores fijaron su atención a la junta vecinal,
tampoco los neurólogos. Quizás un viajero, quizás un abogado de derechos
humanos. Ojalá.
Curioso es que como en el viaje, todo constela…una semana
después en un supermercado el
protagonista buscador de huevos me reconoció y se acercó para
saludarme…entonces le pregunté cuánto había ganado buscando huevos…
-Una suma importante, me dijo.
El mundo del revés es un hecho María Elena.