lunes, 22 de septiembre de 2014

POR QUÉ VIAJAR (de mi diario de viaje)

           Cuando era  niña, mi padre me sentaba en el comedor de la casa donde me crié, o en su taller de yesería,  para escuchar un cuento  sobre la vida de un viajero. Juan. Aventura, paisajes, diversos trabajos y caminos que debía recorrer aquel peregrino  lejos de su casa,  eran para mí,  diapositivas que en mi imaginación,  narraban la mejor historia jamás contada. Quería saber qué sentía el caminante, cómo superaba obstáculos, si acaso el cielo que él miraba era el mismo en todas partes. Ahora de adulta, imagino que cada capítulo de ese cuento, quizá no era una ficción. 
Mi madre en cambio, siendo docente, me inculcó la lectura y la escritura. No me faltaron poesías para ese viajero imaginario. Algunas de ellas las tengo  escritas en viejos cuadernos. Gracias a mi mamá siempre me agradó  leer bajo la sombra de los árboles y   fue a través de los libros que hice mis primeros viajes.   
           Años después, de adolescente,  me pregunté por qué consideraba que mi casa  era el mundo y no podía establecerme conforme en ningún lugar.  Siempre me parecieron absurdas las fronteras, el sedentarismo y la idea vivir para mantener cosas aún peor. La vida como empleada, la rutina repetitiva,  el oficio de comprar compulsivamente,  nunca fueron mis aliados.  Los años pasaron y aunque intenté hacer  una vida rutinaria, incluso cursando en la universidad, solo logré darme cuenta que el anhelo de viajar siempre estaba latente. Y de hacer viajes de meses, por ahí vacaciones largas, aprendí que de algo estaba  hecha, de mis pies inquietos. Mi vida siempre de nómada hasta en mi provincia.

    En la ciudad, lejos de querer instalarme, viví como si estuviera viajando, ocupándome de conocer bares, avenidas, sitios de interés y disfrutar de las noches, abandonando  toda idea de permanencia.  Desde que valoro la vida que sí,  vivo cada día como si fuera el último. Tenía en mi cuerpo el deseo de sentir aquellas sensaciones de aquel viajero.. el agua del río, los caminos a la vera de la luna llena , las noches a kilómetros de distancia, el viento, la nieve… Disfrutar de cada paisaje de manera contemplativa, como hacía con cada planta y bicho que había en  la casa de mis padres.



              Cuando decidí viajar varios meses y abandonar la jungla de cemento, también  decidí conocer el desapego, poner a prueba mis capacidades. Viajar pone a prueba quienes somos realmente, nos desdibuja todos los límites de la mente. Así empecé a planear  viajes cortos y de ellos aprendí  a que en  cada lugar se puede encontrar un aprendizaje distinto , una escuela libre. Cada relato  de lugareños, que para ellos puede ser algo  común, para mi eran tesoros de conocimiento. Como así también los relatos de  otros viajeros, situaciones como hacer  dedo, dormir en una playa , cerca del río, amanecer en la ruta en algún pueblo, en un bosque, en un lago, en las sierras…Infinitos lugares. Lo que parece simple se vuelve mágico, se vuelve real. Los caminos largos se hacen cortos, el final de cada camino es el principio de otro distinto. Nada late más fuerte dentro del pecho que partir. Porque viajando no hay mañana predecible ni saludos iguales todos los días. No hallé mejor sensación a la de este andar.
             No tengo miedo de recorrer  largos caminos, no tengo miedo de quedarme sin dinero, no tengo miedo de nada porque viajando la magia sucede. No tengo miedo a la muerte porque acepto que alguna vez llegará y mi cuerpo servirá de abono para el ciclo de la vida.



No es imposible viajar,  seas de donde seas. No hace falta dinero para viajar. La tierra siempre puede darte un refugio cómodo, el instinto el valor para encontrarlo.  Tu voluntad la razón para seguir.No tengo miedo de empezar de nuevo,  nunca se vuelve a cero, porque toda experiencia es conocimiento. Todo conocimiento que  hasta ahora he  adquirido es el alquimista de mi propio destino  y cada conocimiento que adquiera en cada lugar es hacedor de mi propia historia.No tengo miedo a viajar , encontré en el viaje una forma de vida y en el mundo mi techo. Los árboles son excelentes abrazos si por casualidad me siento sola.  Los viajeros  reales amistades, hasta se hace uno de una familia cuando viaja.  Es difícil estar solo, por lo general me pasa que tengo que buscar esos momentos para meditar…y es ahí cuando me gusta quedarme varios días bajo algún cielo natural. Cuando me comunico con todo lo que me rodea en silencio, es inexplicable el lenguaje de la naturaleza, pero eso somos nosotros también y sólo basta sentirlo.
           Viajando me siento viva. No hay lugar para el desgano porque hay lugar para el descanso.  Viajando me siento alineada a una energía que me permite concretar lo que necesito para el momento justo , se potencian mis sentidos. Viajar alimenta mi alma entonces mi panza siempre estará contenta, porque jamás faltará un pan que compartir. Jamás faltará quien quiera compartirlo.
Cuando viajo me siento bella, mi cuerpo refleja el estado de mi alma y no me fijo en cosas superfluas, ni  la ropa  ni el calzado, importa cuando al fin conoces que la vida se vale por lo que eres y no por lo que posees.
          Y sí,  muchos  pueden decirme  loca. No creo que sea de locos parar la máquina.
Por viajar no abandono a mis seres queridos, la distancia me enseñó  a apreciar a mi familia de otra manera. Me  devolvió  el lenguaje de las miradas. Me permitió observar en mis adentros  todo lo que de ellos viaja conmigo a todas partes.  Me ayudo a ver el vaso  lleno, a apreciar y decir gracias, a no lamentarme por cosas terrenales.  Cuando viajo quiero saber cómo esta mi familia y hasta sueño con vivir junto a ellos cada momento del camino. Ese deseo se hace un suspiro en el aire. Que se lo lleva el viento y llega hasta donde están. Así saben que estoy bien, que los amo, así me recuerdan con una sonrisa. 
        No encuentro amor más real que el amor universal.  Ni emociones más sinceras que las que vivo cuando viajo.Cada ser humano es un peregrino, en la vida  hay para cada uno un camino, yo elegí el camino más largo. Tal vez este camino haga  la vuelta al mundo. ...

3 comentarios:

  1. Con una sonrisa te recuerdo, desde una rasta que se me cruza en la vereda hasta el cielo, que es tuyo y mio.

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  2. ¡Mujer que buena labor estas haciendo!
    Agradecida total por energizar mi tarde con tu presencia en Transmilenio y por supuesto con la cálida melodía del Tankdrum. Te deseo lo mejor en el camino y que grato fue compartir ese pequeño momento.

    Un abrazo, una sonrisa y muy buena vibra. :)

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  3. Que lindo Bren. El cielo nuestro , de todos, para todos todo..=) Gracias Hannah! Nunca me voy a olvidar del Trasmi. Gracias por formar parte de este viaje!!

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